LA REVUELTA DE LA PLAZA DE TIAN'ANMEN

Juan era un venezolano común, de esos que llaman “de a pie”; vivía junto a su esposa e hijos en una casa ubicada en la periferia de la ciudad dentro de una urbanización modesta de clase media. Un jueves por la tarde le llegó un oficio proveniente del Ministerio del P. P. para las Obras Públicas y Vivienda en el cual se le advertía que el próximo lunes vendría a su casa un grupo de funcionarios de ese ministerio con el fin de hacer ocupación formal de su propiedad, como parte de las actividades basadas en las nuevas leyes que realiza el Gobierno para garantizar vivienda al pueblo; de tal manera que en esa fecha debería tener disponible la documentación correspondiente.

Esa casa era todo lo que Juan poseía y la había obtenido con sumo esfuerzo de toda la vida para darle hogar a su familia. Tuvo una mezcla repentina de sentimientos – rabia, impotencia, tristeza.

- ¿Cómo es posible que me quiten mi casa… mi hogar? – se preguntaba.

- ¡No puede ser… esto no puede estar pasando…! – temblaba.

- Por encima de mi cadáver y el de mis hijos; esto es mío – sentenció.

Luego de un rato, cuando recuperó un poco el aliento, acudió a uno de sus vecinos, de quien sabía, por ser Pro-oficialista, tenía conexiones con gente del gobierno. Este amigo intentó calmarlo y le pidió tomar las cosas con calma.

- Yo no puedo hacer mucho, tú sabes. Esas son las decisiones del Presidente; si él lo hace es por algo, ustedes deben entender que él lo hace por el bien de la Revolución y del Pueblo – indicaba con buena dosis de convencimiento el amigo.

- Pero… esa casa es mía y de mis hijos. Es el trabajo de toda mi vida – casi gritaba Juan.

- Amigo, te ruego que lo tomes con calma, respira profundo; esa es la ley, el Gobierno es la ley, el Ministro es la autoridad y tú tienes que acatar sus decisiones. Al menos, estoy seguro, no te van a dejar en la calle – Explicaba el vecino.

Esos no eran argumentos para Juan. Él ya conocía de otros abusos cometidos por el Régimen y se preguntaba qué hacer. Miró a su vecino directo a los ojos y le sentenció:

- Con mi vida la defenderé; ese es un acto ilegal...

- ... es una violación de mis derechos, es una arbitrariedad, es inconstitucional…

- La defenderé con mi vida; así sea lo último que yo haga.

Juan pasó todo el fin de semana sin dormir, preocupado, ansioso y buscando apoyo de entre sus otros vecinos y amistades.

Con lo que había organizado para defenderse, el domingo por la noche no estaba muy seguro de lograr enfrentarse al Poder del Régimen.

¿Qué harías tú, lector…? ¿Defenderte?

¿Por qué?

Acaso… ¿Porque es tuyo? O… ¿Porque es un acto arbitrario, ilegal e inconstitucional?

¿Cómo es que sólo defendemos algo cuando tocan nuestro pellejo?

Este Régimen ha maltratado el pellejo de muchos de nuestros compatriotas y no hemos hecho mucho; por el contrario, hemos tolerado las injusticias del Régimen.

Es hora de que sentencies “Cero Tolerancia” a los abusos del Régimen. No le hagas más las cosas fáciles a la clase política dominante. Si quieren algo, la única forma en que lo puedan tomar es con el uso de la fuerza. Suena paradójico, pero sus leyes son ilegales e ilegítimas y no debemos acatarlas.

Ese es el ejemplo y la premisa que nos dieron las victimas de la masacre de la Plaza de TIAN'ANMEN en 1.989. Documéntate y aplica. No dejes que este Régimen se trague lo que es de los venezolanos.

Une tus esfuerzos a las organizaciones que están trabajando por la libertad y la justicia. Apaga la televisión y actívate.

Por Carlos A. Herrera C.